Si eres un atleta más o menos experimentado sabrás de sobra que esta parte de nuestra anatomía: primero, va más allá del los abdominales. Segundo, no cumple una función meramente estética, y tercero, es vital para conseguir buenos levantamientos.
El core, en inglés núcleo, ha de ser resistente, sí. Pero no porque con él practiquemos levantamientos en sí, sino que ha de realizar una función de estabilizador y protector. Logrará que nuestra postura sea la idónea evitando que forcemos otros músculos y articulaciones. También nos permitirá una estabilidad parcial (del movimiento) y total (del conjunto de nuestro cuerpo), esto es muy fácil de apreciar y enormemente difícil de ejecutar, en bailarines y bailarinas de ballet. Podréis apreciar como sus troncos son flexibles pero firmes como juncos, que dotan al cuerpo de una estabilidad total y además les ayudan a ejecutar ciertos movimientos.
Por eso no hemos de confundirlo con los abdominales, ya que el core es mucho más complejo e incluye más musculatura. Es todo aquello que conforma nuestro tronco, va desde nuestro pecho inferior hasta la cadera y nos rodea 360 grados.
Cuando en un overhead squat sostienes la barra sobre la cabeza, todo tu core está trabajando. Actúa como un solo bloque, firme pero capaz de flexar levemente permitiendo corregir. Si está bien trabajado nos permitirá esos movimientos sin forzar lumbares, cadera, columna, dorsales… De ahí su importancia como elemento protector.
Pero no solo en levantamientos overhead, mantener un core activo nos proporcionará la estabilidad necesaria para durante el handstand push up, o walk, poder cambiar el rango de movimiento sin que la espalda sufra, además de ayudarnos a conseguir esa verticalidad ansiada.